Esquiva
Mardú pasa por CNCI, mira las pancartas y leyó 3 veces la palabra "éxito", 2 veces "supérate" y otras tantas "ingreso". Anagramea un rato ("Super Ate: ex-inge gritoso", "Toxinas te es perigrueso") mientras lee los cachondos mensajes horizontales de las banquetas. Lleva en la mano un llavero de plástico en forma de balón con única llave, imagina que un día lo avienta al mar, que en serio lo hace (Mar-Do) y no ver dónde cae. Y cree saber que un día alguien tocará a su puerta y ella se parará quedita quedita, se quedará en su umbral y frontera de algodones, se va a acostar y olerle los pies al visitante. No va a decirle que está ahí adentro, quiere que entre y cuando lo haga ella se esconderá detrás de la puerta. Le va a ver los talones y los chamorros, va a jugar un "gato" imaginario en su espalda, le va a rayar las ropas con cada trazo de un poema que va a escribir en ese momento, cada línea siempre empieza con punto. Desde su nicho angular, va a soplar la nuca y decidir cuánto aire se va por la derecha y cuánto a la izquierda, va a nombrarle cada pelo con un verbo y no quiere que volteé, jura que no quiere saber del sujeto. Lo quiere conocer al revés por que ella quiere que ahora todo sea así: que ella no salga a mirar, que lo mirado salga de ella; que no camine a divagar, que lo vago camine con ella; que no piense en vivir, que la vida, por favor, no se olvide de pensar en ella.
Mardú camina con una piedrita entre los dedos de los pies, la pisó hace horas y decidió dejarla atrapada, quiso reconciliarse con dedos ellos (diez reconcilios, agotador). Admiraba su nueva vecindad sin pararse, le parecía que el cambio de aires hacía que la piedrita sonara un poco más. Levantó la vista y se quedó unísona y empezó a platicar con la piedra. Le gustaba que la piedra fuera tan monótona y aguda a la vez, le entendía a la perfección: sabía de sus prisas y de sus parsimonias. Mardú se la llevó a casa y la pegó en la puerta con su eterna duck tape.
Andaba Mardú entre plantas y en cuclillas: orinaba, se limpia con una hoja y le parece justo el trueque, ambas (Mardú y Planta) exhalan olvidándose de lo expropiado.
Mardú sostiene su respiración a mediodía y cierra mucho mucho los ojos, siempre en la sombra, no quiere apagar el sol-velita y hoy cumple años.
Mardú pasa por el CNCI y lee: "Inscríbete", "mensualidades", "año" y "comenzamos" . Ella leyó:
"Comen realidad, es un bono: saciate niñez mía."
martes, junio 24, 2003
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