viernes, abril 03, 2009
Lemniscato
Para, un poco, el corazón cuando se encuentra con un acto que tendría que mecanografiar 3 o 4 veces en el mismo sitio para simular la profundidad del evento. Estas instancias que se escapan de esta planicie textual poseen no sólo una calidad de dimensión adicional, pasa que uno puede encontrarles textura y resistencia al tacto, otro nivel de reacción a la inquisición táctil. Si por ahora uno sólo rasguea las palabras con el iris porque le falta lo que siniestramente se le llama el hilo conductor, no se puede aspirar a encontrarse con estos gramemas inflados y regordetes, de volumen declarado y sombra decidida. Los nudos desta la lineal dimensión que visitamos con los ojos son glifos vacuos y que yuxtapuestos no ganan mas que contraste y no pierden mas que significado. Por otro lado, no miento cuando digo que también en la plana haya versos que parecen desprenderse la hoja desafiando la gravitosa métrica y la legal rima. Sinalefas asesinadas de mutilación por ascensión sublime. Tampoco miento cuando digo que haya letrismos horizontales que por conjuro se aglutinan y se hunden en remolinesco palabrerío al grado de hacer pesado voltear la página. Es así el festín de las oraciones, todas buscando escapar por el borde de la hoja y ganarse un poco de materia. Transmutar en acto. Yo, de los ahora confusos, uso las palabras perversamente para desinflar lo que ocurra, aplanar la realidad. Cada punto textual sea el transcurso de hacer listones de existencia. Y estos enunciados lisos que hagan de tangentes de la vida para luego cortarlas haciendo serpentinas y verbenar (sic) en la lemniscada fiesta de lo sucedido. Miles de cintas para acabar liado entre las hebras de lo escrito, momificado y sostenido por listones enhebrados de vocablos. Así tal vez deje de caer (o suspenderme) en el plisado y cómodo espacio entre mis escritos.
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