Aquí, la postura verdaderamente científica que debió tener el astrónomo de Padua, se manifiesta en las palabras que ocupan la primerísima página de Galileo, obra teatral de Bertolt Brecht. A más de un maestro, divulgador, y literato nos vendría bien aspirar un poco de ese aire de revolución que mana de la obra:
"El tiempo viejo ha pasado y estamos en una nueva época. Es como si la humanidad esperara algo desde hace un siglo. Las ciudades son estrechas y así son las cabezas. Supersticio¬nes y peste. Pero desde hoy no todo lo que es verdad debe seguir valiendo. Todo se mueve, mi amigo."
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". Desde entonces ha sobrevenido el gran deseo: investigar la causa de todas las cosas, por qué la piedra cae al soltar¬la y por qué la piedra sube cuando se la arroja hacia arri¬ba. Cada día se descubre algo. Hasta los viejos de cien años se hacen gritar al oído por los jóvenes los nuevos descubri¬mientos. Ya se ha encontrado algo pero existen otras cosas que deben explicarse. Mucha tarea espera a nuestra nueva generación."
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"Porque lo que dicen los viejos libros ya no les basta, porque donde la fe reinó durante mil años, ahora reina la duda. El mundo entero dice: sí, eso está en los libros, pero dejadnos ahora mirar a nosotros mismos."
Incluso hay humor, se ve que se tomó en serio eso de los "vientos de cambio":
"A la verdad más festejada se le golpea hoy en el hombro; lo que nunca fue duda hoy se pone en tela de juicio, de modo que se ha originado una corriente de aire que ventila hasta las faldas bordadas en oro de príncipes y prelados, haciéndose visibles piernas gordas y flacas, piernas que son como nuestras piernas. "
La verdad, inmaterial, lista para el que libre, ausculte a la naturaleza, es propiedad del que la quiera poseer. Basta recordar que Galileo escribió sus Diálogos y Discursos no en latín, sino en italiano, es decir, para las masas:
"Yo profetizo que todavía durante nuestra vida se hablará de astronomía hasta en los mercados y hasta los hijos de las pescaderas correrán a las escuelas. "
La primera pertinencia para tener una postura científica es, sobre todo, curiosidad. Intimarse con el fenómeno, observar:
"ANDREA. — Pero es que yo veo que el Sol está al atardecer en un lugar muy distinto que a la mañana. No puede entonces estar inmóvil. ¡Nunca! ¡Jamás!
GALILEI. — ¿Así que tú ves? ¿Qué es lo que ves? No ves nada. Tú miras sin observar. Mirar no es observar. "
Gracias, Brecht, porque con tanta comentata sobre la brecha entre las dos culturas, nos recuerdas que del lado literario del (ficticio) abismo entre las cultura de las letras y la cultura de la ciencia, sólo hace falta voluntad y dar el brinco al primigenio vacío que es escribir la primera página.
domingo, mayo 31, 2009
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1 comentario:
brinquemos, pues
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