martes, abril 30, 2013

Siempre hay Vacantes

Para mí, la amistad es oportunidad de dar y si bien me va, de recibir presencias amables. Esto, claro, es sano hasta el punto donde no te perjudique. A veces una amistad se tuerce y se convierte en juego de reciprocidades o intercambio de favores, una merca de trato. Ahí mas vale cortar por lo sano o saldar la deuda, lo que ocurra primero.

He dejado de frecuentar muchas amistades, la vida es corta, las personas interesantes muchas y el tiempo para entregarse en dádivas finito. Mas jamás las añoro o las extraño. Asumo que entienden que no es por menosprecio ni por desinterés, es por repartirse entre los más aunque sea un poco. En el probable careo futuro proseguiremos como en antaño. O no. Se decidirá entonces y sin resentimiento alguno.

Otra historia es cuando los amigos lo dejan a uno. Entonces es más fácil extrañarlos, pero jamás recriminarles nada, puesto que probablemente están distribuyéndose en otras personas. Uno de mis más antiguos ahora tiene dos hijos y una pareja para distribuirse. El tiempo es finito y tiene que llenar tres vidas adicionales. Espero que si se le agota tiempo o vida me busque para darle un poco del mío. Hay un poco de acecho en las grandes amistades.

Hay aquellos que jamás regresarán por lo que ofreces. Puede que estén por encima de ello o en conflicto con ello. Es una lástima porque en la discusión se templan nuevas perspectivas. Encontrar y mantener amistades por afinidad y concordancia es cosa de perpetuar hábitos espontáneamente. Fácil y simplón todo ello. Son aquellos que te confrontan con buena fe e intenciones los que requieren que te reconstituyas hasta una metamorfosis donde ambos encajan de manera imperfecta. Aquí la amistad evoluciona y uno con ella. De estos tengo dos o tres amigos (la mayoría foráneos) y los recuerdo constantemente. Puedo verlos una vez cada lustro y me abollan la identidad lo suficiente como para obligarnos a ser distintos para bien en el próximo encuentro. Nunca deje ir a éstos.

Es fácil confundir amistad con comparsa. Ambas pueden invitarte a compartir un tiempo agradable. Invocar risas y confabulaciones. Yo los distingo por dos criterios a juzgar en momentos fuera de la jarana: sus actos y su presencia (no necesariamente física) en tu acontecer.

 

La intuición sabe juzgarlos de inmediato y actúa más o menos así:

La amistad no se limita a los tiempos agradables.

La amistad te preguntará al saberte fallo: ¿Cómo has estado?

A la comparsa le mientes, al amigo se lo preguntas de regreso y sólo cuando lo necesita.

 

2 comentarios:

sombra dijo...

Comulgo.

sombra dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.