Pantalla
Cuando me acerco, puedo sentir cómo se comprime mi nariz contra ella. Cuando caminaba me veías normal, tan normal como lo ignorable. No te llamo la atención, no te sucedo y estoy lejos de tu esfera de importancia. Soy agradablemente nulo y al principio nada incómodo.
Te saludo con una mano, o con la otra. Te saludo de beso, cachete italiano, ruso o Guadalquiviriano. Puedo (si debo) sonreír, pero mi sonrisa se sentirá siempre incompleta, puedo (si quiero) hablarte pero una picardía ausente, un cierto condimento hará que trabes con cualquier otro conversación. Te excusarás y te veré irte sin resentimiento, lo mas que obtendré de tí es la entrenada sonrisa apacible.
Me vas a ver por lapsos cortos, rondarás por donde yo ando imaginándome un tanto estroboscópico e inconstante. Utilizaras toda tu mecánica de bloqueo para ignorarme, incluso, de ser necesario, emplearás los modales.
Me vas a adjetivar soso, insípido, inconsistente y hasta compasionalmente triste. No vas a querer indagar en algo tan superficial, no vas a invertir en mí, no vas a quejarte tampoco, me vas a colgar en algún vagón semiútil en el tren de la memoria. No vas a ver nada que te sea espejo, no vas a reconocer nada de tí, por ende no vas a empatizar, simpatizar ni se piense, apatizar tal vez, si no traes mucha prisa.
Nuestra amistad(sic) nacerá inerte y suspendida, nunca se elongará ni se eliminará del todo, la callosidad que crecerá de la misma cuando lo unico que fluya sea el tiempo es lo máximo a lo que puedo aspirar como la marca de recuerdo.
Y es que no seré revoloteante, activo, desmesurado, carismático, tampoco ineficaz, lerdo, inútil, ni sedado, quiero ser lo suficiente yo para verte a tí, no más. Todo lo demás, pues, será pantalla.
jueves, septiembre 18, 2003
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario