miércoles, diciembre 31, 2003

Protagonistas, antagonistas y placebos.

Triadas. Cuando volteaba al cielo eran nubes, lluvia e ionósfera las que formaban un apacible yunque atmosférico. Eran placer, malestar e indiferencia las que simulaba en cuidados momentos de la tarde. Un secuencial ejercicio de discurso, con poco de recurso (como de concurso!). Le reclamaba al aire un sinfin de sinsentidos, o bien, sus múltiples sinónimos. Ya está, un loco por la calle azuzando a la soledad con un plumero amarillo, muy corto, con una empuñadura azul que no por malograda era inùtil: se podía creer que la soledad prefería esa extraña sesión de sado-sex. No había más en la calle. No había un escollo en el asunto.

Eran las frases rebotando, las respuestas resistiendo y la ignorancia flotando. encomiados a tener un diálogo soez y obsceno, de rompe y rasga, nada, nuestras palabras nacieron romas. Eran un plan, una pasión y tu risa cara. Yo borrando la plana anterior para hacer un bosquejo de tu educada demencia, como querer trazar las alas de un colibrí, sólo observaba un rastro, y tu risa. Eran entonces las horas de las ultimatum-verdades, de las hacinantes mentiras, y del coito post-breakup. Yo ya no era y no eros, no gracias.

Eramos yo, tu y una enorme duda.

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