viernes, noviembre 17, 2006

Analepsia

La historia comienza con un suicidio simple, limpio y eficaz. Poco se ha sacudido desde su efecto. Al lado del cuerpo, existe un arbitro valuador que parece recordrnos: la muerte también puede ser mesurada. No es necesario marcar con tiza el suelo, la silueta qued a registrada con un par de trazos del perito contiguo, el cual en este momento cierra su cuadernos de notas barriendo el día haciendo, como siempre, un recuento. La pulcritud de la monomasacre le parece ficticia al perito investigador número 4, el cual aparece caminando con gesto analítico (también perfecto y esculpido por la experiencia). El árbitro fotógrafo desdobla el soporte para la digital. Acomoda tres, cuatro, seis veces la posición de la cámara para adecuarse a la perfecta ejecución de esta rareza de autoeliminación. Todos los peritos, súbitamente, se inquietan. Un hábito de desconcierto se abre ante la imposibilidad de penetrar en el futuro del occiso, naide de ellos quiere escribir la obvia conclusión. Todos evaden la palabra "suicidio" de sus reportes, confabulan interna mente una narrativa imposible y subjetiva. Cuando la realidad es prístina, hay que sazonarla. Todos mienten, mientras escriben sus conclusiones periciales. Cada uno adaptó el caso a un antecedente, mancillando y desvirtuando la pulcritud y el esmero que el no-existente aportó para evitar especulaciones. Se ejecutó para desvanecer y desposeerse del pasado, y ahora, en el paroxismo de su mala suerte, acumula involuntariamente una tétrada que inauguran el nuevo orden e imposibilidad de un nuevo acto.

1 comentario:

isis dijo...

Ah! te pasas de sustantiverbo: Kamiloxipremias: Analepsia (tss)(thumbs up!)
...


Ira, ira: Dos letreros encontrados, los nombres de unas tienditas (o "tendejones", en Yucatán):

1) En Cancún: "Mini todo"
2) En Tulum: "Chiquitisuper"