Julián camina bragado de preguntas, queriendo chocar con aquella que tenga el pecho hencido de respuestas.
Hoy lanza, a volapiè, una mira pétrea sobre alguna estantería. Los objetos se precipitan, dislocados, el encuentro con su amo temporal. Pero Julián, sin preámbulos, lanza el deseo al ptérito como quien desecha el falso empaque de la novedad. Armado de impaciencia, Julián quebranta un par de minutos girando sobre un eje imaginario, finalmente, lo inclina para avanzar, para inerciarse hacia otro desencuentro.
Julián desestima los múltiples insultos de su desfachatados paseos pírricos con revoloteos de la mano. Como si trazara, con gruesa brocha, bloqueos psicológicos. Julián , artífice de lo impropio, lanza al aire una duda con resquemor y ésta, siente, le cae de nuevo en el ojo. A veces, toma de su lastre dubitativo alguna cuestión al azar, y la acaricica, como perfilándola al vuelo. La masculla, como preprándola para regurgitarla. La repite, como inscribiéndola en la memoria.
Cuando Julián llega y te pregunta: "¿Que cómo se dobla?", uno debería recogerse, frenar el día y recibir gustoso su anatema, entrando apaciblemente en el juego.
sábado, enero 06, 2007
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1 comentario:
Barrenismo...
Adrian, rifas.
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