"Las calles más y los encuentros menos", dice la cartulina. Pasa entonces que Sonia queda reducida a un sitio de no conformidad, con su pancarta y su panfleto en mano, imperceptibles ante la agitaciòn y el tumulto de la impaciencia sórdida y bullente a su alrededor. Y es que entonces Sonia quiso decir y !Paf¡ que devino en una zona de silencio espontànea: como si hacer una demanda pública fuera lo mismo a hacer una sorda publicidad indeseable.
Sonia insiste y reprimenda, agita las manos junto al discurso y, apabullada y decidida, retoma la renovada pancarta: "Lo menos calles los más encuentras", dice ahora. Juega con la frase, como si al invertirla pudiera hacer que se leyera más sin que la hicieran menos. Sacudida y aturdida por su halo de indiferencia, arremete contra un transeúnte que, pícaro o caliente, gesticula y fascicula un torpe remedo de unión-comprensión de la causa. Sonia, al perder incluso la capacidad de mantener la escena erótica de la mente del escucha al atragantarlo de asfaltos y banquetas, decide tomar su pequeñarevancha y, de la nada, lo aísla, y luego, pérfida y con sorna, lo desprende.
Es tarde y Sonia defiende cada vez menos el derecho de los más. Tan flácido se vuelve su discurso que incurre en sentarse a la orilla de la banqueta, y, al tocar el asfalto contra el que lucha, pisa un poco más, como si ése extra fuera el justo suficiente para causarle dolor. Ahora escupe, desganada, una, tal vez dos veces, lo último que cae ya no era saliva, era algo que, dicen, diluye miradas.
Es noche, cálida y ruidosa, Sonia, en medio del tráfico, decide por la ruta del desvarío y grita a los auto-movilistas. Sin pancarta, sin recursos y sin trato, sus ademanes chocan contra láminas indiferentes e indistintas. El halo de sus vociferaciones se hace notar brevemente en un vidrio, para luego perderse hecho brizna y vapor. Es como si las palabras se hubieran adherido por un momento y luego, sin que nadie las tomara, decidieran deshacerse, unas, las más, quisieron volar: otras, las menos, desaparecer.
Sonia, agotada, regresa a casa: Sin pancarta, sin discurso, sin ánimo y sin... Su madre en ese momento entra por el garaje y tira las llaves del auto a la canastilla: Sonia desvía los ojos y quisiera desviar lo que viene hacia otro lado, ahora extrañando ese halo de indiferencia. La pregunta es inevitable: "¿Cómo te fué?" En un rápido y tedioso balance, desprovista de gana y de animosidad, Sonia hace un rápido desglose: pone y quita y suma y resta y hace y olvida y despide y desarma y corta y desecha y rebate y debate y, orillada entre las palabras: atina. Al final, un poco vil, le contesta: "Mas ó menos"
martes, abril 03, 2007
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario