Es interesante hacerla de filólogo aficionado y buscar entre la plétora de gramemas aquellas palabras cuyos sinónimos abundan. He notado que aquellos apelativos felices, contentos, alegres y de solaz, tienen una gran cantidad de sinónimos. Si uno busca, por ejemplo, sinónimos de "fiesta", puede uno agotarse al cuarto o quinto arcaísmo:
Fiesta:
Alboroto, algarabía, algazara, baile, broma, barullo, bullanga, cotorreo, celebración, cuchipanda, desmadre, farra, francachela, festejo, guateque, follón, jaleo, jarana, jolgorio, jubileo, kermés, lío, parranda, bacanal, orgía, festín, partuza, vacilón, vacilada, verbena y hasta "peda".
Pasa que, cuando contrastamos con uno más sombrío, como "Tristeza", es más difìcil buscarle la vuelta:
Tristeza:
pena, desolación, desconsuelo, depresión, aflicción, amargura, melancolía, pesadumbre, pesar, quebranto, tribulación, desdicha, nostalgia, congoja, añoranza, lobreguez, morriña , hiel, disgusto.
Tristeza tiene la mitad de sinónimos que Fiesta. La proporción no cambia entre antónimos, esto es verificable.
A veces pienso que esta limitación semántica-semiótica (escasez de significantes negativos-oscuros) es la razón por la cual todos los tristes del mundo se "comprenden" tan rápidamente: sin opciones dialécticas en la boca, caen rápidamente en palabras comunes, donde el acongojado receptor, limitado por la misma sequía de palabras, se siente identificado con el hablante. Resultado: Ambos reducen y resuelven existosamente su penoso estado gracias a la compañía. Hay por ahí incluso un componente perversamente Darwiniano, diría Richard Dawkins.
¿Será ésta la razón por la cual el uso del Español ha limitado tanto el universo de sinónimos de gramemas negativos? ¿Buscamos en elllos palabras lo menos abiertas y rebuscadas posibles, para poder identificarnos rápidamente con una foco de comprensión, y salir de esos estados "negativos"? Expresión es discurso, y discurso es lengua, dice Foucault (y de manera más ataviada, también Chomsky).
Es obvio y evidente que al usar el lenguaje evitamos la proliferación de palabras de connotación negativa. Y abundamos y abonamos contínuamente en palabras de connotación positiva ¿Cuál es, entonces, la razón de ésto? ¿Representa una ventaja evolutiva?¿Es el humano màs "creativote" cuando está felíz-estimulado?¿Es la lengua un metaorganismo que busca su propia conservación? Uno podría argumentar que una persona deprimida habla menos, dificultando la propensión de ese lenguaje a persistir. Entonces, el lenguaje hace las veces de una colonia viva, donde el hombre y la cultura hacemos de meros vectores.
¿Usamos el lenguaje para comunicarnos, o el lenguaje nos usa para transportarse?
jueves, mayo 17, 2007
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