lunes, abril 20, 2009

Requiem por J.G. Ballard

Por él me dieron ganas de tener un ala delta y esculpir mis nubes deste mundo sumergido para luego chocar contra la isla de concreto. También de sus libros el impulso de entrar en frenesí hacia el paraíso, atascándome por las noches de cocaína, volviéndome loco. Él, a final de cuentas me enseñó a escuchar las voces del tiempo a través de la amabilidad de las mujeres. Ballard, gente deste el milenio negro en cuyos albores buscaba el día de la creación empezando desde el remoto imperio del sol mientras esperaba al otro, el reino que ha devenir. Sus letras cayeron del reloj ampuloso como arenas de Vermillion, escurriéndose asesinando al tiempo como si fuera una carrera motorizada de bajada y que al llegar a la meta parecían estas piedrúsculas una playa terminal, como las muchas que hay en Super-Cannes. Salve, cronista del interno y vácuo futurismo social, nos dejas hundidos (pero enterados) en el nervioso equilibrio de la psique colectiva porque nos diste el espejo del mañana: La Exhibición de Atrocidades. Gracias.


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