viernes, mayo 15, 2009

White Trash

I

Podría no estar pasando, pero es que se suda la evidencia. No es que me cause inmenso placer el ver al marido golpearla. En absoluto, me repugna al grado de que casi me borra por completo esta sonrisa de la cara. Y no es esta la marca del cínico, simplemente que la sonrisa es la respuesta boba y fisiológica que se viene cuando todo sale de acuerdo a lo urdido. Sonrío cuando resulta que la bofetada que ahora cruza la cara de la muchacha es un golpe que no proviene desde la voluntad del marido abusador. Más bien, es la mecánica inescapable previamente descrita por otra voluntad, la mía. Cada encuentro sordo desde éste el presente violento es el laurel que recibo desde un futuro planeado hace tiempo. Se puede decir que todo ese crimen de civismo desmanerado que ahora sucede en la acera de enfrente, bajo ese árbol. Es nada de ocasión y todo mi obra.

Aunque la escena que he causado podría hacerme parecer frío y calculador, no se me debe tomar como una mente cuya única función es la de ser un sátiro y déspota elucubrador de debacles maritales. No, no es de mí ni de mi costumbre hacer oficios neutros y precisos, ni construir a partir de materiales limpios o mentes impolutas. No podría. No soy, pues, un banquero, usurero, terapeuta, ni cirujano. Profesiones todas metódicas y de elaborada dignidad. Erraríamos también si se piensa que soy un agente que piensa en desestabilizar el orden social por medio de pequeñas revoluciones de machuelo, martilo, pica, y hoz. Mas bien, celebro que he logrado, a base de un casual brote de perspicacia, una inusual dosis de lógica, y con los medios más improbables, hacer que el matrimonio más perfecto e intachable a mi alcance se encuentre en este momento trompeándose en público y maldiciendo sus entrañas. Y hay que ver lo honestas e inmaculadas que están las propinadas, los manotazos y los improperios que ya se empujan como verbena popular en pleno diciembre. Algo hay en ese flujo de fuerza e inevitabilidad de consecuencia puramente lógica. Si me lo pienso bien, esta golpiza es la verdadera concepción del orden puro: el seguimiento sin desviación de la voluntad de un ser que, por lo menos para ellos dos, es el más sabido, conocedor, dueño, y superior de sus vidas.

Ah, y no por sonreír al calce de mi éxito se desmerezca y olvide mi oficio: Recolector de basura.

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