jueves, octubre 08, 2009

Corriente

Llega a la esquina y empieza de inmediato:
"El problema no es que pase nada, es que precisamente, yo veo que pasa todo ahí, enfrente, pero yo no agarro nada". Le decía con aspavientos el Homo laborans a un ciego que silbaba distraídamente.
"Y lo que agarro del todo-que-pasa ya no lo elegí yo sino que esos gajos de tiempo me los pasa alguien de "arriba", gajos grandes, manoseados y blandos y opacos y desabridos". El obrero se sigue quejando y aporta al casi-todo-antes-que-esto la queja misma y la ve pasar ante sus ojos, con algo de su propio color cansino y su caminar briago.
"Si fabrico quejas tantas es porque se vuelan en el todo-que-pasa como polvillo brillante, y por lo menos es algo que hago yo, ¿sabes?. La queja es el último reducto para crear algo, quejarse no debe ser repetetitivo, es arte. Es transmutar hiel y mierda en comedia, drama y ficción, porque nadie sufre realmente el recuento de lo que dice en su queja, porque uno esculpe la realidad que les pasa a todos y la escuepa para que alguien la tome y la aborba como empatía, quejarse , perversamente, crea hermandad."
El ciego deja de silbar, le sonríe brevemente al discursivo Homo faber y va a buscar una esquina distinta, a alguien distinto, seguramente, para quejarse de esta persona tan molesta.

No hay comentarios: