viernes, agosto 03, 2012

Desiderata

Cuando no puedes cambiar lo propio, cambias tus alrededores, el cambio, sin embargo, parece inevitable.

El anhelo está perfectamente escindido del acto, es decir, pueden coexistir sin relación alguna y sin alimentar el uno al otro. Si hubieses un hombre de sólo acto, podría a bien prescindir de todo anhelo, lo inverso también es posible.

Dentro de esta gama de posibilidades, lamentablemente la mayoría nos encontramos en el medio: tendemos a poseer más acto o más anhelo, pero poseemos de ambos una buena cantidad en el almizcle humano. Esto es una calamidad, ya que rara vez coinciden los anhelos y los actos en un evento congenial. Las veces son muchas cuando un acto se va desviando cada vez más del anhelo, para nunca transectarlo. Las muchas son veces cuando un anhelo se cultiva y amplifica hasta intentar culminarlo en un acto-deseo y entonces el acto oprobioso y absurdo, independiente de los hilos del anhelo que se pensaba ejecutar va y hace el ramo de consecuencias que, por supuesto, son totalmente distintos a los que cuajaría aquél ahora lejano anhelo.

Tal es la tragedia humana.


 

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