Dicen que en las libretas donde uno anota los sueños no se debe borrar. Pues yo sueño que hay una biblioteca primigenia que posee todas las ficciones que se han escrito y si uno busca bien, las que se escribirán. Pasa aquí que cuando uno encuentra un libro está todavía como manuscrito, tal y como lo recordarán las generaciones que lo han leído y los que la leerán. Estos manuscritos son el negativo de la selección que hizo el autor en su voluntad de escribir el libro, por lo que modificar este manuscrito no es modificar sólo el libro que todos han leído sino también la intención y voluntad del autor.
Digamos que usted cambia una coma en Shakespeare y destruye el monólogo de Hamlet. Pasa nada, porque entonces todas las memorias, referencias, disputas, actos basados en tal evento quedan automáticamente actualizados a este nuevo devenir. Debería decirle cuántos autores mejores que Cervantes, Dante, y Shakespeare se han perdido de la memoria colectiva y de la academia porque alguno de estos tomos de la biblioteca de las voluntades creativas simplemente enmohecieron, se aletargaron y desaparecieron.
Muchos, los más, porque aunque se hizo el pedido, nunca llegaron.
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