domingo, octubre 05, 2003

Amiguero

La gente en esta ciudad no está herida, ya está en fase de costra. Ayer, cuando fuí a bobear a cualquier supermercado y comprarme unos comestibles y unos bebestibles de calidad sibarita, me encontré con la desagradable sorpresa de que la otrora curiosa indiferencia automovilística (in traficus) aplicaba también para cualquier vehículo de 4 ruedas, léase aqui: el carrito de compras. La densidad poblacional en el mercado era impresionante, el tráfico era latente en cada esquina y la actitud de las personas era una transferencia de la actitud automotriz (sólo que ahora "echaban rejilla") como si estuviéramos en bloque laminar de las 8 a.m., donde cualquier chingadera es inmediatamente indultada por el escudo de anonimia que te confiere la verdadera Frontera de Cristal (que Fuentes ni que Fuentes). Se huelen aires de competitividad incluso por los turnos de Salchichonería, una agresividad políticamente correcta, chingarse al otro sin alharacas, de chingaquedito, (me meto antes que tú al pasillo, te amenazo con mi akilatado carrito para que te muevas, mientras me hago pendejo observando a otro lado). La cultura de "te chingas tú mejor que yo" prevalece en este lugar (el culo del mundo). Incluso vi cómo una señora discutía amargamente con otra por el último paquete de alitas de pollo BBQ, ignorando ampliamente el hecho de que a tres pasillos existía otro kiosco lleno de las mentadas alitas: El objeto real por el que luchaban era por un segundo de satisfacción, apoyada en esa sensación de prepotencia, de posibilidad, de poder-sobre-el-otro, de chingar y no ser chingado. Quizá lo más triste sea el hecho de la aceptación de esto a la cotidianeidad, como se acepta un callo o la caspa. Incluso hay personas que aseveran que la competencia contínua entre los ciudadanos es lo mejor de ella, que te hace ser "mejor". Tenemos, con este criterio, una ciudad de "chingones"(con todos los sentidos que apliquen). Afuera del mercado, una verdadera feria publicitaria tan saturada que se volvía ininteligible y contaminante. Lejos de los publicistas depredadores que quemarían por estar lo más cercanos de la puerta de salida dle mercado, me encontré con la única persona cuerda de aquella feria sinsentido, aljado del barullo, aislado, divertido y trabajando, me saluda en un disfraz, y me hace una plática sencilla, ahora sí, ya soy amigo de "Chucho el Cartucho" y tengo impresora nueva.....

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