Cada cual busca, al menos conscientemente, la felicidad. Algunos la obturan y plasman como la ausencia de preocupación, otros, mas hábiles, como un compañero del progreso, su progreso o alguna otra concepción mucho más abstracta y difusa del mismo. Otros buscan el equilibrio con su medio, otros la comprensión interna, otros el reconocimiento social, familiar, eclesial, bíblico, trascendental. Pero hay unos pocos que buscan en los intersectos, en aquellas regiones donde las líneas, las contingencias de incierto devenir les permiten enfocar el punto de donde se generaría placer, felicidad, tranquilidad, y demás cosas. Aquéllos que dejan de temer porque se ocupan más de procesar con un diferente lente la falacia constituída como "realidad", o "sentido común", aquelos que saben ignorar lo ignorable y apreciar lo apreciable, entes sumamente simples, básicos, imperturbables, asosegados. Yo algún día quise probar esa panacea, esa que es vecina de lo que llaman locura, hoy sólo soy un chico con grados, títulos, saturándose de esos erizos simbiontes, mientras que disfruta más el ver cómo el ventilador aplaude, que cualquier reconocimento o intítulo obtenido.
martes, noviembre 02, 2004
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