lunes, octubre 19, 2015

Lunes

La idea que más violencia ha generado en la historia de la humanidad no es el Deísmo ni la religión. Los actos más reprobables del humano han surgido del derecho y el abuso a la propiedad (property or entitlement). Este derecho a la propiedad no es sino un aval social para que un individuo disponga de absoluto ejercicio de su voluntad sobre un algo sin que exista intervención ni represalia de sus pares. Esta es, por supuesto, una versión perversa y maniquea de la libertad: control absoluto sobre algo. Cualquier acción sobre lo que se posee bajo este contrato genera en el poseedor un fuerte estímulo de gozo por refuerzo porque la tríada decisión, sumisión y ejecución giran alrededor de la voluntad y la cosmovisión del dueño, propagándose a los ejecutantes. Sobre todo si éste posee voluntad, cuando otra voluntad se doblega a la del poseedor este refuerzo llega a clímax. La jerarquía no es sino la sistematización metódica de este sentimiento común.

La sed de poder, sin embargo, tampoco es el motor primigenio del ejercicio de la propiedad. Cuando se tienen propiedad se obliga a lo poseído a actuar respecto a la congruencia a priori (previamente favorecida) y llevar a cabo la ejecución perfecta de lo esperado: reducir la incertidumbre. El placer del control no se basa en la trivial y transitoria sumisión, ya que los ejecutantes podrían ser incluso inconscientes. El gozo adictivo se concreta en la coherencia de lo esperado con el resultado, con la nula ausencia de incertidumbre (hedonismo coherente). Es la mínima incompatibilidad/máxima compatibilidad de la cosmovisión del poseedor con la realidad que asumía indómita la que exhorta a éste a expandir su dominio. Reconozco que también podría interpretarse como reducción del miedo a la incertidumbre. Lo mismo da. Es muy probable que el primer Dios sea uno mismo cuando "tiene la razón" y mientras más se posea este dominio de la razón propia más se reduce la incertidumbre de la realidad, o tal vez sea esa sombra de anti-predicción, el imperioso azar y el acto incomprensible al que hay que someterse porque ininteligible ni sometido. Por mi parte, sugiero empezar con una teologìa de la incertidumbre.

 

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